Vacaciones de invierno sin nieve: 6 razones para viajar en familia a Salta

Conocida como ‘La Linda', Salta es una provincia que enamora con su comida típica, arquitectura colonial y paisajes inolvidables historia.
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Viajar a Salta en vacaciones de invierno es un ticket asegurado hacia tierras ancestrales con montañas, volcanes, desiertos, cuevas, valles y selvas. Pero más allá de sus paisajes, la verdadera joya salteña se oculta detrás de algo más profundo y peculiar: su fascinante cultura.

Conocida como ‘La Linda', Salta es una provincia que enamora con su comida típica, arquitectura colonial y paisajes inolvidables historia. A continuación, 6 experiencias imperdibles para vivir durante las vacaciones de invierno o en una escapada de miniturismo en cualquier época del año.

1. IR A UNA PEÑA

Las peñas salteñas son famosas en todo el país ¡y el mundo! Se pueden presenciar cada noche y en cualquier rincón de la provincia. En su capital, la calle Balcarce hace los honores con bailes en vivo, degustación de platos típicos y muchísima música. La más conocida es la Peña de Balderrama: fue la primera en abrir hace más de 50 años y concentró en sus paredes los más memorables bailes. Mercedes Sosa, la mayor exponente del folclore argentino, inmortalizó el lugar en una de sus canciones: "Lucero, solito, brote del alba, dónde iremos a parar si se apaga Balderrama". Otra muy recomendada se hace en La Casona del Molino.

2. VISITAR SUS MUSEOS

Entre los imperdibles de la capital están el Museo de Arqueología de Alta Montaña, dedicado a la antropología andina, hogar de los Niños de Llullaillaco, uno de los mayores hallazgos arqueológicos de los últimos años. En 1999 se encontraron tres incas momificados que se conservaron a la perfección después de más de 500 años, junto con distintos objetos que datan de épocas pasadas. También la casa museo del General Martín Miguel de Güemes, donde el prócer vivió junto a su familia. Y el edificio del Cabildo, de más de 200 años de antigüedad, que alberga el Museo Histórico del Norte.

3. DESDE LAS ALTURAS

No se puede ir a Salta sin volver con la experiencia del viaje en el Tren a las Nubes, que circula a 4220 metros de altura sobre el nivel del mar. Se inauguró en 1972 y actualmente recorre 216 kilómetros a través de túneles, viaductos y puentes sobre un paisaje que deslumbra con tonalidades rojizas. Es el tercer tren más alto del mundo. 

Otra opción se puede abordar en pleno centro salteño: es el teleférico que finaliza su recorrido en el Cerro San Bernardo, declarado Reserva Nacional Municipal.

Y, para combinar lujo con altura, la Ruta del Vino de la provincia es la más alta del planeta, situada entre los 1750 y los 3050 metros sobre el nivel del mar. A 189 kilómetros de la ciudad de Salta, Cafayate es el lugar perfecto para los fanáticos del enoturismo que quieran conocer los vinos premium de altura.

4. PROBAR SU GASTRONOMÍA

El plato estrella del país, la empanada, encuentra su mejor versión entre los rellenos y repulgues del norte. ¿Cuál es la particularidad de la empanada salteña? La impecable combinación de sus ingredientes: carne cortada a cuchillo, cebolla bien picada, papa, pimentón dulce, comino, ají molido, huevo duro y cebolla de verdeo. La mezcla de sabores en su característica forma de medialuna es un camino de ida. 

Además de las empanadas, otros imperdibles gastronómicos son el locro, los tamales y las humitas. Y para completar el banquete, hay que probar el torrontés salteño, considerada la verdadera cepa argentina.

5. CONOCER LAS FERIAS DE ARTESANOS

Cestería, tejidos, alfarería, artesanías en madera, ponchos. Hechas con técnicas milenarias que se pasaron de generación en generación, son parte del patrimonio cultural y se encuentran en cada rincón de la ciudad y en cada uno de los pueblitos del interior de la provincia. 

En la capital está el Mercado Artesanal: una casa colonial que abrió sus puertas en 1968. Y si es un día de fin de semana, la Feria de la Plaza Güemes es una fiesta de colores y texturas en la que participan más de 100 artesanos. 

6. RECORRER SUS ICÓNICAS IGLESIAS

La Iglesia San Francisco, declarada Monumento Histórico Nacional, es de visita obligatoria. La combinación de tonalidades amarillas y rojas de su fachada, junto con su increíble campanario de 54 metros -el más alto de Sudamérica-, son una foto clásica.

Nuestra Señora de la Candelaria de la Viña también se gana su lugar en el podio por su torre campanario de 44 metros y un frente que combina azules con rojos y amarillos. 

Por último, la Catedral de Salta no solo se suma al espectáculo de colores del exterior, sino que además contiene en su interior el Panteón de las Glorias del Norte de la República, un espacio en donde se encuentran los restos Güemes.